miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ya está aquí Cecilia

Dice "yomisma" que es tan pequeñita que habría que llamarla Pulgarcita. Pero como está la mar de bien y no necesita incubadora, enseguida se pondrá fuerte como su madre. Y nos mandará una foto.

Llamándose Cecilia, que es la patrona de la música, tal vez organice conciertos nocturnos. ¡Qué se le va a hacer!

¡Fieles, vale la pena!

Imagen de San Josemaría en la Iglesia del Espíritu Santo


En el funeral de don Jesús Urteaga

Desde que se nos fue don Jesús, se han celebrado en España y en todo el mundo centenares de Misas por su eterno descanso. Don Álvaro del Portillo diría que han sido sufragios “de ida y vuelta”, porque don Jesús no los necesita y nos los devuelve convertidos en ayudas concretas y palpables que en algún momento habrá que contar.

Hoy, treinta días después de su fallecimiento, se ha celebrado el Funeral más solemne. Presididos por el Vicario del Opus Dei en España, don Ramón Herrando, hemos concelebrado la Santa Misa siete sacerdotes en la Iglesia del Espíritu Santo de Madrid.

Al final, la gran sorpresa: el órgano ha abandonado la música gregoriana y la clásica, y se ha lanzado a galopar a ritmo de zortzico. Era una antigua canción con música y letra de don Jesús Urteaga.

Se han abierto los campos,
surcos abrió el amor
el mundo se hizo senda

para el deseo
del sembrador.
La tierra es muy pequeña
si es grande el corazón.

¡Fieles, vale la pena!

Brillará bajo el sol
el trigo que guardaba

la mano herida del sembrador.

Los concelebrantes tuvimos que embridarnos las ganas para no cantar a pleno pulmón aquel “fieles, vale la pena” tan lleno de historia y de recuerdos.



martes, 29 de septiembre de 2009

Ha fallecido José Antonio Muñoz-Rojas

Iba a cumplir 100 años dentro de unos días y ya estaban a punto los actos conmemorativos en su ciudad natal de Antequera; pero el gran poeta andaluz poco amigo de homenajes y celebraciones, ha recibido la muerte con serenidad y agradecimiento.

Yo conocí a Muñoz Rojas hace pocos años y aún no he tenido tiempo de saborear tanta belleza como nos dejó.

Ahora goza ya de la dicha del Cielo, que siempre buscó en sus versos. También en este soneto:

A ti la siempre flor, la siempre viva
raíz, la siempre voz de mi desvelo;
a ti la siempre luz, el siempre cielo,
abierto a dura piedra y verde oliva.

A ti la siempre sangre fugitiva
de cuanto en ti no halló razón y celo;
a ti mi siempre verso, el siempre vuelo
del torpe corazón y ala cautiva.

A ti mis pensamientos aguardando
antes de amanecer a que amanezca,
para montar su guardia a la memoria;

a ti mis dulces sueños entornando
puertas al alba porque no amanezca,
y se pierda en la luz tu tierna historia
Descanse en paz.

Más aborto


Alejandro Llano
comentaba hace días el "la Gaceta de los negocios" el sorprendente dictamen del Consejo de Estado sobre el proyecto de ley del aborto. Su artículo, ciertamente pesimista, es magistral. Y termina con una propuesta que ojalá encuentre eco en las conciencias de muchos.


Al fondo, la sede del Consejo de Estado

El
cantautor de moda se quejaba dramáticamente durante las últimas boqueadas del franquismo: “¡Estamos tocando el fondo!”. Con su canto, nos decía a la vez que andábamos peor que nunca, pero que ya quedaba poco. Ahora volvería a ser actual, aunque sólo con el primero de los significados: descendemos en la frialdad de las aguas, sin que el fondo se adivine a través de la oscuridad líquida.

He de reconocer que mis intentos de sumarme a las filas de los optimistas pertinaces sólo dan resultado durante unas pocas semanas. Siento enseguida que arrojan sobre mí un gran jarro de agua fría. Debo confesar que la noticia sobre el dictamen del Consejo de Estado acerca de la ampliación del aborto ha sido un duro golpe. Como último recurso, me he acogido a un humor patético. Es el cuento del boxeador que estaba sufriendo en el ring un duro castigo. Su manager, para animarle, le dice en el rincón: “No te ha tocado”. Y el púgil replica: “Pues vigílame al árbitro porque alguien me está forrando”.

Ya sé que el juicio del Consejo de Estado no es vinculante, y que todavía el Tribunal Constitucional puede invalidar esa ley. Pero, después de lo visto y oído, espero poco de nuestras instituciones jurídicas, cuya politización alcanza honduras en las que la división de poderes se convierte en una metáfora vacía de sentido. Y, por otra parte, el dictamen del alto Consejo no me desanima tanto por el contenido, sino –como diría un castizo- por el hecho. El hecho es que la opinión unánimemente favorable sobre una ley injusta la ha emitido una comisión en la que figuran un ex candidato a la Presidencia del Gobierno por la UCD y un ex ministro de Justicia; que está presidida por un jurista tan honrado y competente como Miguel Herrero de Miñón, candidato también en su momento a dirigir la UCD; y de la que forman parte profesionales del derecho que se han destacado en anteriores circunstancias por su oposición a otras leyes contrarias a la ética.

Después de la aprobación del “matrimonio” homosexual, nuestra Constitución está herida de muerte, porque semejante figura es incompatible con el espíritu y la letra de la ley fundamental. Resulta muy difícil que un paso tan errático pueda ser desandado. Y lo peor es que abre camino a otras tropelías parecidas. Con todo sigue en pie la realidad de que, en su sentencia de 1985 sobre la primera ley del aborto, el Tribunal Constitucional estableció la doctrina de que el nasciturus es un bien jurídicamente protegible, con lo cual no cuadra en absoluto la reforma propuesta ahora por el Gobierno.

¿Qué tendríamos que hacer los españoles discrepantes si finalmente se aprueba esta ley? No podríamos acogernos a la disculpa de que habrá sido un producto de la democracia. Porque, en este caso, nuestro sistema político se habría vuelto contra sí mismo. Y nadie está obligado a obedecer una ley injusta. Desde luego, habría que defender hasta el final la posibilidad de la objeción de conciencia por parte del personal sanitario. Pero, siguiendo la tesis de Hannah Arendt en Crisis de la República, aquí es más bien de aplicación la figura de la desobediencia civil. A diferencia de la objeción de conciencia, que constituye una respuesta personal, la desobediencia civil exige que sea adoptada libremente por una colectividad de personas. Miembros del gabinete socialista han presentado, en otros contextos, la desobediencia civil como un fenómeno catastrófico, pero nada hay más genuinamente democrático.

Cuando el sistema democrático falla por haberse plegado —en alguna de sus articulaciones— a una extrapolación del poder político, lo coherente es admitir que los ciudadanos que advierten la injusticia y no están dispuestos a tolerarla, desobedezcan pacíficamente la aplicación de tal ley. Lo cual, en este caso, no afectaría sólo a los profesionales de la sanidad, sino a todas las personas que estuvieran implicadas de algún modo en la práctica del aborto. La perturbación pública que esto pudiera llevar consigo es menos dañina para la democracia que el abuso de imponer a la sociedad civil una práctica que millones de personas, con argumentos difícilmente rebatibles hoy día, consideramos intolerable.

Alejandro Llano es catedrático de Metafísica

Encuesta de urgencia en el día de la corazonada


Dice el alcalde de Madrid que tiene una corazonada y que por eso nos ha llenado las calles de zanjas. Anda buscando en el subsuelo los aros olímpicos del 2016.

Dice también el ilustre corregidor que todos los madrileños hemos de tener su misma corazonada, para conmover al jurado con los latidos de nuestros olímpicos y unísonos corazones antes del próximo 2 de octubre, día en que se decide la cosa.

Me dice Lucio, que es taxista veterano, casado, con tres hijas, natural de Cambados y residente en Madrid, que si la corazonada funciona, habrá trabajo, porque vendrá mucho guiri de la parte del extranjero, pero que él no se fía, porque ahora van a subirle otra vez el gasoil para arreglar la crisis, y con este gobierno, etcétera.

Juanito, que es un profesional de la limosna y tenaz perseguidor de su clientela, me cuenta que sí, que también él tiene una corazonada, pero que, por si acaso, le dé un euro para un vasito de leche.

Me dice Jaime, que estudia bachillerato en mi cole, que pasa de corazonadas, igual que pasa de todo lo demás. Su chica en cambio, dice que hay que ver cómo eres, que a ella si le molan las olimpiadas. Además piensa ir a la manifa de Cibeles para apoyar la cosa, porque canta Bisbal.

El marroquí que me corta el pelo —no acabo de aprenderme su nombre— dice que se siente muy madrileño porque le han dado papeles y que también tiene una corazonada.

No así Rosario, que vende periódicos en la calle Ayala. Ella no sabe de esas cosas y piensa que queremos más fútbol.

Kloster dice que él tiene un “pressentimento”, o sea, lo mismo pero en portugués. Votará por Río de Janeiro. Cuanto más lejos, mejor.

Y yo, que había pensado poner una encuesta en el blog, decido que, la muestra es suficientemente representativa. Con tanta corazonada, podemos morir de taquicardia.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Historia de Gaztelueta (II)

Esta vez se trata de una historia en fotos y música. Los antiguos disfrutarán más; los visitantes, no tanto. Kloster se ha permitido manipular alguna fotografía; por ejemplo, una en la que aparece un guaperas con corbata de pajarita.

Los lunes, a veces, publicidad

Me dicen que al anuncio es bueno, pero no lo entiendo.




Aunque yo, francamente me quedo con estos locos de la cerveza.

Ofertón

El prof. Ortigosa me envía este cartel con la oferta del día de un bar. Me pregunto si el problema es de sintaxis o si se trata de surrealismo publicitario.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Iba yo pensando...


Iba yo pensando que tendría que escribir algo en el blog y ya estaba dispuesto a renunciar, cuando me dio el alto la guardia civil. Lo curioso del asunto es que apenas había recorrido veinte o treinta metros. Seguro que los mismos que me mandaron parar acababan de verme subir al coche y ponerlo en marcha.

Muy amablemente me pidieron la documentación, la mía y la del vehículo. Yo les dije que "por supuesto, señor agente". ¿A quién no le gusta ser llamado "señor agente"?

El guardia miró y remiró los documentos. Con la mayor humildad le pregunté si había hecho algo mal. Él respondió, que "no, caballero; es sólo un control rutinario". Extraño control rutinario a un cura que se monta en un Polo a las 9,30 de la mañana.

Cuando me devolvió los papeles, no pude resistir la tentación de decirle:

-Muchas gracias. Ahora ya puedo escribir algo en el blog.

-¿Cómo dice?

-Nada, señor agente; cosas mías.

No, Kloster, no; no me hicieron el control de alcoholemia.

sábado, 26 de septiembre de 2009

La historia de Gaztelueta

Gracias a la pericia de Alfonso Sanz, el autor de los más famosos supermicrovídeos de la red, hemos conseguido "ripear" (o algo así) el vídeo que vimos ayer en la cena de Antiguos Alumnos de Gaztelueta. Ahora tiene dos partes. Hoy pondré la primera: vale la pena conocer algo más de la historia del mejor colegio del mundo.





Boda, Funeral y cena

Viejas glorias de Gaztelueta

Ayer a las seis y media de la tarde se nos casó Elena, la cuarta, según mis cáculos, de la tribu Ordovás. Hablé de esta tribu aquí hace casi dos años. Su novio, Javier, un tipo grandón y cariñoso, estaba todo lo nervioso que requerían las circunstancias. Elena, en cambio, no alteró su sonrisa de triunfo ni un sólo instante.

Leímos la parábola de la casa fundada sobre piedra y la casa del insensato que se derrumba porque estaba edificada sobre arena. Elena y Javier han fundado bien su hogar; sobre la roca firme de la fe. Su casa será sólida, alegre y luminosa.

Desde la Iglesia de San Fermín de los Navarros salí escopetado hacia Retamar. El Gps, que es uno de los inventos más útiles del siglo, me transportó con toda precisión y rapidez, a pesar de que se trata de un trayecto largo y complicado.

En Retamar nos reunimos todos los años los antiguos alumnos de Gaztelueta residentes en Madrid. Esta vez, Jose Escudero y yo concelebramos un Funeral por los dos últimos profesores que se nos han ido: Vicente Garín y don Jesús Urteaga.

Como estábamos en familia (una familia bien numerosa, por cierto), mi homilía fue sencilla, íntima llena de recuerdos. Creo que los asistentes se conmovieron un poco. Yo también, aunque lo disimulara.

Luego, la cena. Allí estaba también don Francisco Vives, el segundo capellán de Gaztelueta, y chicos de mi edad que ya tienen nietos en el colegio... Es la vida.

Al final nos pusieron un video lleno de recuerdos del Jurásico, que me apresuré a robar antes de regresar a casa.

El Gps volvió a portarse bien. Ya en mi habitación, me senté frente al ordenador y en pocos segundos caí profundamente dormido.

Al despertar se había reproducido la tortícolis.


viernes, 25 de septiembre de 2009

A Juan Pablo II también le llamaron obseso


No recordaba yo este texto, pero me lo enseñó un buen amigo como comentario a mi entrada de ayer. Copio unos párrafos de "Cruzando el umbral de la esperanza"(*), el libro que escribió Juan Pablo II contestando a un largo cuestionario de preguntas de Vittorio Messori. Una de las preguntas se refiere directamente al aborto y dice así:

Entre los derechos «incómodos» a los que se refiere, está, en primerísimo plano, el derecho a la vida; está el deber de su defensa desde la concepción. También éste es un tema
siempre recurrente -y de tonos dramáticos- en Su magisterio. Esta continua denuncia de cualquier legalización del aborto ha sido definida incluso como «obsesiva» por ciertos sectores político-culturales. Son los mismos que sostienen que las «razones humanitarias» están de su parte; de la parte que ha llevado a los Parlamentos a dictar medidas permisivas sobre la interrupción del embarazo.

El Santo Padre responde con extensión y profundidad a la pregunta. Y, al final, se refiere a su "obsesión" con estas palabras:
Nos encontramos aquí en un punto, por así decir, neurálgico, sea visto tanto desde los derechos del hombre, como desde el derecho de la moral y de la pastoral. Todos estos aspectos están estrechamente unidos entre sí. Los he encontrado siempre juntos también en mi vida y en mi ministerio de sacerdote, de obispo diocesano, y luego como sucesor de Pedro, con el ámbito de responsabilidad consiguiente.
Por eso, debo repetir que rechazo categóricamente toda acusación o sospecha de una presunta «obsesión» del Papa en este campo. Se trata de un problema de gran envergadura, en el que todos debemos demostrar la máxima responsabilidad y vigilancia. No podemos permitirnos formas de permisivismo, que llevarían directamente al conculcamiento de los derechos del hombre, y también a la aniquilación de los valores fundamentales, no solamente de la vida de las personas singulares y de la familias, sino de la misma sociedad. ¿No es acaso una triste verdad eso a lo que se alude con la fuerte expresión de civilización de la muerte?

(*) Edit. Plaza & Janés, 1995, pág. 201 y 204

jueves, 24 de septiembre de 2009

Atlético de Madrid 2, Almería 2

Bin Laden, admitido como socio del Atlético de Madrid.

Klosterpress. 24-09. El Presidente Obama, al formalizar la inscripción, ha declarado a los medios:

-Ya que no logramos echarle el guante, al menos que sufra toda la vida.

Soy un obseso


Ayer, a propósito de “la ministra y el bebé”, un comentarista del blog no muy amable me llamó “obseso” por hablar con tanta frecuencia del aborto.

Ya está bien —escribía—. Ha quedado claro que no os gusta lo que hacen millones de mujeres en España (sic). ¿Pero es que no hay asuntos más importantes? Tienes que hacértelo mirar, padre Enrique. Eres un obseso.”

Rechacé el comentario por una cuestión de estilo: no me gustan los insultos, y la palabra “obseso” podría considerarse como tal. Esta mañana, sin embargo, he ido al diccionario de la Real Academia y he comprobado que “obsesión” tiene también un significado neutro y aceptable: “Idea que con tenaz persistencia asalta la mente”.

Debo pedir perdón, por tanto, a mi comentarista. Tiene razón: en este sentido, sí que soy un obseso. Desde luego no participo de algunas pesadillas políticamente correctas que proliferan por ahí. Quiero decir que no me hace perder el sueño el cambio climático ni la gripe A, por citar sólo dos de las paranoias más frecuentes; pero sí me angustia el desprecio creciente a la vida humana, que es, en mi opinión, el síntoma más terrible de la decadencia moral y de la decrepitud de nuestra civilización.

Me obsesiona tanto que ni siquiera soy capaz de bromear con este asunto. Yo, que me río del lucero del alba todos los días, no dejo de rezar —y hasta de “llorar”— cada mañana en la Santa Misa por los niños muertos, por las mujeres manipuladas, por los médicos que asesinan y por los políticos que no se atreven a ser simplemente humanos: tan humanos, por los menos, como ese muñeco de plástico al que ni siquiera pueden mirar.

Me pregunta mi amigo si “no hay asuntos más importantes”. No, no los hay.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Tortícolis

Ayer me levanté con tortícolis. Cuando se lo dije a Kloster, se puso muy contento porque, según él se trata de un síndrome lleno de posibilidades literarias y morales.

—No te preocupes, colega —me dijo—. Lo tuyo no es una enfermedad sino una metáfora. Tú ahora no eres capaz de mirar a tu derecha sin gritar; o sea, lo mismo que nuestro amado Presidente. Tampoco consigues levantar la barbilla y ver las estrellas. Ni siquiera te resulta fácil observar a los pájaros. Eso mismo les ocurre a muchos: no pueden mirar al Cielo porque les da vértigo comprobar lo grande que es Dios y lo pequeños que somos aquí abajo. Hay otros que tienen la cabeza atornillada como tú y no son capaces de girarla para ver el horizonte entero. Son mentes monocarril incapaces de pensar por libre.

A duras penas conseguí callar a Kloster, no sin antes prometerle que, cuando supere el problema escribiré algo sobre la tortícolis espiritual y el torcecuello, ese pájaro prodigioso que gira la cabeza ciento ochenta grados en una décima de segundo.

Torcecuello



La ministra y el bebé


Gema Sala y Juan José Panizo con tres de los bebés Aído

El
pasado lunes, 21 de septiembre, la Ministra de Igualdad, Bibiana Aído inauguraba un curso en la Universidad Laboral de Gijón. Al acto ha asistido el voluntario de la plataforma "bebé Aído", Juan José Panizo, quien se ha acercado a regalarle una réplica de un bebé de 12 semanas de gestación. Hace algunas semanas hablamos de ese bebé aquí.

—La ministra Aído cambió el rostro: pasó de sonreír a poner una cara de plástico —explicó Panizo—. Así que rechazó el regalo.

—Ya lo conozco —apostilló Aído—.

Según Panizo, la ministra se giró y trato de eludir la situación embarazosa. Él trató de seguirla para transmitirle la evidencia de la humanidad de un bebé de 12 semanas de gestación. Finalmente fue retenido por la policía.

Panizo fue conducido a una furgoneta de la policía nacional donde fue identificado. A la media hora fue liberado sin mayores consecuencias.

—Nos parece muy importante que la ministra que está impulsando la reforma de la Ley del Aborto tenga la mayor información sobre el asunto que está regulando; y el asunto no es otro que una humanidad que enternece: se está chupando el dedo, duerme con la madre, tiene cosquillas y desde luego, sufre cuando se opta por el aborto provocado —concluye Panizo, quien adelanta que enviarán una réplica de un feto de 12 semanas a todos los diputados—.

martes, 22 de septiembre de 2009

¡A bailar!

Me dice "Historias del metro" que habría dado cualquier cosa por estar en Chicago con esta multitud, y añade que a lo mejor a mí me horroriza.

Tampoco es eso, pero comprende que se me ha pasado la edad. Además hoy tengo tortícolis.

Quevedo


A
lo mejor os cuento un día de estos por qué copio hoy en el blog este poema. Es un bellísimo soneto de Quevedo, no tan conocido como otros, pero en todo caso, magnífico.




Amor impreso en el alma
que dura después de las cenizas



Si hija de mi amor mi muerte fuese,
¡qué parto tan dichoso que sería
el de mi amor contra la vida mía!
¡Que gloria, que el morir de amar naciese!

Llevara yo en el alma adonde fuese
el fuego en que me abraso, y guardaría
su llama fiel con la ceniza fría
en el mismo sepulcro en que durmiese.

De esa otra parte de la muerte dura,
vivirán en mi sombra mis cuidados,
y más allá del Lethe mi memoria.

Triunfará del olvido tu hermosura;
mi pura fe y ardiente, de los hados;
y el no ser, por amar, será mi gloria.


Empieza el curso, sin mascarilla

Ya me han copiado la idea
Ahora ya puedo decir de verdad que se acabaron los preámbulos y ha empezado el curso. Como mi cole sólo es de bachillerato, aparecen de golpe cuatrocientos adolescentes de 16 y 17 años. La mitad aún no saben dónde se han metido y tienen un aire entre despistado y temeroso. La otra mitad son veteranos. Los primeros se agrupan según los colegios de donde proceden; los otros se saludan con entusiasmo y se cuentan las aventuras del verano.

Al llegar a la capellanía, me encuentro con un buen grupo de viejos conocidos que se dan los consabidos besuqueos de bienvenida.

—¿Sin mascarilla? —les digo—. A ver si me chivo a la ministra de la gripe.

Ana me explica de forma gráfica lo que piensa ella de la ministra y de la gripe A. Yo le propongo montar un negocio de mascarillas personalizadas, con dibujos alusivos, para venderlas a la entrada del colegio. Ella me sigue la broma:

—Vale, se las colocamos a los de primero.

Media hora después tengo la primera entrevista.

Es una chica de primero que habla por los codos. Me dice que piensa casarse a los 36 años.

—¿Y tu novio cuántos tendrá?

—Jo, es verdad; lo menos 40. ¡Qué horror!

Como digo, ha empezado el curso. Nos lo pasaremos bien.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Los lunes, a veces, publicidad


¿Es esto publicidad? Yo creo que sí, ya que se trata de hacer público algo que a muchos nos parece la mar de natural, aunque otros se asombren. Vale la pena ver a Nacho y su epopeya del pollo.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Pobre niña...

Hacía yo un barrido por las cadenas de la tele en busca de un espectáculo deportivo cuando, de pronto, vi un primer plano de tu cara. Me detuve un instante.

Alguien, a mi lado, me dijo que en ese canal sólo había basura, que siguiera buscando.

—Un momento —le contesté—. Creo que conozco a…

Sí, eras tú, con la misma carita de entonces por obra y gracia del maquillaje, y con tu sonrisa irónica de niña malcriada. ¿Cuánto tiempo ha pasado?, ¿veinte años?

La presentadora pronunció tu nombre, y empezaste a exponer tus problemas. La voz sí es diferente. Supongo que fumas y bebes demasiado.

Fuiste desnudando poco a poco tu intimidad. Hablaste de “tu pareja”, de por qué ya no estás con él; de tu hija, que un día se avergonzará de ti si ve este programa. Soltaste tres o cuatro obscenidades, muy aplaudidas por el resto del establo, y yo cambié de canal. Tampoco fui capaz de ver deporte.

Hace veinte años eras una niña simpática, mimada y rica. Ahora eres más indigente que cualquiera de los mendigos de mi barrio. Quien vende su alma en subasta pública, tiene por comprador al Diablo, y se queda sin nada. Quizá pienses que te pagan un buen precio por ella. No te engañes: es solo calderilla, unos pocos céntimos a cambio de todo tu patrimonio.

Ya sé que no leerás este blog; pero quizá te cuenten que me gustaría verte. Si nos encontramos, podré explicarte por qué estás tan triste; por qué no te soportas a ti misma; por qué ese rencor que te llena el alma.

Luego te contaré que Dios sigue queriéndote y que hay un camino de vuelta a casa, también para ti, pobre niña cubierta de basura.


sábado, 19 de septiembre de 2009

Añoranzas de papel


No se llama Carolina, pero como estoy cansado de escribir "la-antigua-alumna-enferma por la que rezamos tanto, etc," de ahora en adelante, mientras ella quiera ocultar su identidad, le daré ese nombre.

Bueno, pues Carolina me ha mandado un sms. Me cuenta la evolución, positiva pero lenta, de su enfermedad y añade:

"¿Me harías una figurita chula de papel si tienes tiempo y ganas?"

El recuerdo de esas figuritas, que en efecto fueron mi manía más notoria en los años del cole, me ha hecho revivir y añorar tantas cosas... Kloster diría que se me reblandecen las meninges cada vez más.

Gracias por acordarte, Carolina. Antes yo era capaz de convertir en papel cualquier animal. Ahora..., no sé. El domingo trataré de llevarte a la clínica un burro con alforjas. Y a lo mejor también un tiranosaurio.

Mientras tanto, seguiremos rezando por ti y contigo.


viernes, 18 de septiembre de 2009

Más sobre el chochín

Dani, al que habría que nombrar colaborador de este blog, me envía un video de los suyos con imágenes estupendas del chochín.

¿Cómo sabes, querido Dani, que el chochín "busca a otras hembras para aprovechar los demás nidos". ¿Sólo por eso? Yo creo que es un poco sinvergüenza.

Muchas gracias. Tendré que haceros una visita.

Troglodytes-troglodytes


Al otro lado del cristal de mi ventana se ha posado un chochín, uno de los pájaros más pequeños de la avifauna ibérica. Es sólo una bolita parda con una cola enhiesta que apunta siempre al cielo como una antena. Lo tengo a pocos centímetros, pero él no me ve; quizá se lo impida el reflejo del vidrio. En otro caso habría salido ya despavorido, porque esta especie de pájaros es escondidiza y huraña a pesar de que los jardines son su hábitat natural.

El chochín infunde ternura, pero que nadie se engañe: es egoísta y pendenciero. Su silbido tiene una potencia impropia de un pájaro tan pequeño y es capaz de asustar a cualquiera. Para colmo es polígamo. Todas las primaveras construye dos o tres nidos y los instala a prudente distancia unos de otros. Terminado su trabajo, invita a visitarlo a algunas hembras de su especie, elige las que más le gustan y, si tiene que robar la pareja de un colega, lo hace sin más escrúpulos de conciencia.

Ignoro por qué se llama troglodytes-troglodytes. Quizá tiene razón Kloster cuando afirma que la ornitología es una ciencia que sirve para insultar en griego a los pájaros.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Las nubes


Al fin han llegado las nubes. Vienen bien cargadas de lluvia y se sitúan en lo alto de la Sierra, junto a la “Mujer muerta”. No son una amenaza, sino una promesa. Bebieron el agua del Océano y la transportan hasta aquí para regar el campo sediento de Castilla.

Hoy, en Molinoviejo, tenemos Retiro. Somos casi cuarenta sacerdotes. Trataremos de beber en silencio del agua viva que nos prometió el Señor. Ojalá seamos como esas nubes negras de la montaña. Ojalá Dios nos empape y nos colme para poder desbordarnos y dar vida a las almas resecas que nos esperan.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Carta a don Jesús

Desde hace casi veinte años escribo todos los meses un artículo en "Mundo Cristiano", la revista que fundó y dirigió durante décadas don Jesús Urteaga. Como sabéis don Jesús falleció el pasado 30 de agosto, cuando estaba a punto de salir a la calle el número de septiembre de la revista.

Para octubre, MC pr
epara algo especial y me han sugerido que me una al homenaje a don Jesús. Yo, sin dudarlo un instante, he redactado una carta demasiado larga para que vuele hasta el Cielo al encuentro de mi cura.

A don Jesús le gustaba leernos aquel poema de San Juan de la Cruz que comienza así: tras de un amoroso lance,/ y no de esperanza falto,/ volé tan alto, tan alto,/ que le di a la caza alcance.

El poeta habla del alma que alcanza a Dios y lo atrapa como el halcón a su presa. Aquí, en Molinoviejo, tengo a la vista un viejo repostero que habla de esa
"caza" definitiva.

También yo quisiera estar allí con estas letras.
Querido don Jesús....

ya sé que no es costumbre tratar de usted a los que están en el Cielo; pero me resulta imposible expropiarle el “don” a estas alturas. Tenga en cuenta que usted fue el primer cura de mi cole y yo sólo tenía 11 años cuando le conocí en Gaztelueta.

¿Se acuerda? Era un profesor la mar de serio en clase y un bromista lleno de imaginación y talento cuando jugaba con nosotros fuera del aula. Ahora lo veo dirigiendo un sorprendente concurso de preguntas descabelladas y respuestas sin sentido que usted premiaba con caramelos. Al terminar sacó del bolsillo una máquina fotográfica diminuta y la subastó. El que más caramelos devolviese se la quedaba. Total, que recuperó el paquete entero y los caramelos sirvieron para otra sesión.

Sin embargo, el recuerdo más vivo me lleva a la pequeña capilla del colegio, cuando nos predicaba en pie, junto al Sagrario. ¿Dónde aprendió a hablar así a los niños y al Señor al mismo tiempo? Yo he tratado de imitarle muchas veces, pero, la verdad, no hay color.

Un día nos trajo un regalo: mientras hablaba, fue desempaquetando un borrico de loza con su cabezota sumergida en un libro de latín. Nos dijo que nos lo enviaba un sacerdote muy bueno, que vivía en Roma, que se llamaba Josemaría Escrivá y que quería mucho a los alumnos de Gaztelueta. Y, mientras nos reíamos contemplando el burro, nos habló del estudio, de ser como aquel animal de largas orejas o como el que mueve la noria y hace posible la lozanía del jardín.

Por entonces yo le profesaba una admiración sin límites. Pensaba que era una especie de mago con poderes, capaz incluso de leerme el pensamiento. Luego he comprendido que adivinar lo que piensa un chiquillo no es tan difícil. Basta con tomárselo en serio, escucharle y quererlo con corazón de padre, de madre y de abuelo. Usted nos quería así, don Jesús, y nos enseñó que ser sinceros era mucho más que no decir mentiras: se trataba de “soltar el sapo”, de ser transparentes delante de Dios.

Hace dos o tres años traté de decirle estas cosas, pero no me dejó. Alegaba que no tenía memoria y que yo era un cuentista. Ahora no tiene más remedio que darme la razón. Así que siga leyendo y no se le ocurra cortarme, que voy lanzado.

Desde que se nos fue al Cielo el último domingo de agosto, han aparecido muchos artículos en la prensa. Todos recuerdan que fue usted “el cura de la tele”, que recibió premios por su gran talento como comunicador. Hablan de su personalidad arrolladora, de su capacidad de liderazgo, de sus dotes de predicador, de su pluma incisiva, de sus libros editados en medio mundo… Sin embargo mi espacio es limitado y debo ir a lo esencial. Y lo esencial es, por supuesto, su enorme corazón de sacerdote.

* * *
Tenía yo 12 años cuando me rompí la cabeza. No fui a la UVI porque entonces no existían esas modernidades. En estos casos, lo previsto era ingresar directamente en la tumba. Yo, en la Clínica del doctor San Sebastián, me moría a chorros cuando llegó usted.

Se sentó junto a mi cama, me dio la extremaunción y la absolución. Luego me fue repitiendo jaculatorias al oído que, a pesar de estar en coma, pude oír con toda claridad. No sé cuánto tiempo estuvo así; quizá toda la tarde. Por la noche, yo aún seguía en este mundo; pero mis padres estaban destrozados. Entonces agarró del brazo a mi padre y le dijo:

—Manolo, vamos a charlar.

Entraron en una salita; introdujo la mano en el insondable bolsillo de su sotana, y sacó…, una botella de coñac. Mi padre recuperó el ánimo gracias a un par de copas y a sus palabras. Hasta pudo dormir unas horas. Usted también durmió, don Jesús, pero en el suelo de otra habitación. Trató de que nadie se enterara, pero mi padre lo descubrió a media noche.

Cuando me hablan del espíritu sacerdotal siempre recuerdo esta historia. Ser cura es eso: vivir en el Cielo sin despegarse un milímetro de la tierra; ser muy de Dios y tener un corazón tan grande, humano, sobrenatural, acogedor y generoso como el propio Corazón de Jesucristo.

Pasaron los años. Yo me ordené sacerdote y, naturalmente, le pedí que predicara en mi Primera Misa Solemne. Luego me admitió en su “Mundo Cristiano” y me ha dejado pensar por libre durante los últimos 18 años. Y seguí leyendo sus libros y su vida. Porque, querido don Jesús, la vida de un sacerdote santo es siempre mucho más elocuente que todos los escritos y programas de televisión.

Una virtud más. Sólo una: su total disponibilidad para cualquier tarea que le encargaran. Madrid es una ciudad grande y compleja en la que lo ordinario es que surjan problemas inesperados que hay que resolver con urgencia. Muchas veces es preciso contar con un sacerdote todoterreno que sirva lo mismo para un roto que para un descosido. Es cierto que todos procuramos arrimar el hombro, pero, al final, el que siempre podía, el que no tenía horario, el que encontraba un hueco era usted.

Voy a terminar recordando nuestra última estancia en Molinoviejo, la casa de retiros de Segovia donde escribió en menos de un mes “El Valor divino de lo humano”.

Estaba usted ya muy limitado. Apenas podía caminar. Se habían borrado casi todos los nombres de su memoria, aunque no de su corazón. Nos pidió que le escribiéramos el horario en un folio con letra bien grande y clara, de ordenador. Lo llevó siempre encima y, cada vez que me veía, preguntaba:

—¿Qué hago ahora? ¿Qué toca?

Tenía razón, don Jesús; la santidad se resume en hacer en cada momento lo que toca. Ahora “le toca” gozar de Dios para siempre y acordarse de nosotros para que seamos dignos de estar un día a su lado.





En Gaztelueta con José Luis González-Simancas

martes, 15 de septiembre de 2009

Familias numerosas

La asociación de Familias numerosas del País vasco ha elaborado estos dos vídeos. El mensaje es claro y justo.






Un alcalde peleón

Cuando aparezca este video en el blog, yo estaré en Molinoviejo. A lo mejor ni siquiera tengo tiempo para "moderar" los comentarios; pero me ha caído bien este alcalde socialista y peleón. Me lo envía Luis, que acaba de regresar al trabajo (ya iba siendo hora) y tiene el síndrome postvacacional.

Por favor, no es pongáis solemnes en vuestros comentarios.




lunes, 14 de septiembre de 2009

Los lunes, Pocoyó





¿Veis? Si hubiesen sido los Simsons, apuesto que el desenlace habría sido muy diferente y mucho menos ejemplar. ¡Viva Pocoyó!



domingo, 13 de septiembre de 2009

Domingo de retiro y de estudio

Lo siento. Hoy no estoy para bloguear. Mañana, si me autorizan mis amigos de "Mundo Cristiano" colgaré en el blog la "carta" que acabo de escribir a don Jesús Urteaga con motivo de su marcha al Cielo. Es un texto demasiado largo, pero he sido incapaz de abreviarlo. Veremos cómo se lo toman en la revista.

Mañana por la tarde salgo otra vez hacia Molinoviejo. Ya os contaré. O no...

sábado, 12 de septiembre de 2009

El nombre

Y tú, ¿cómo te llamas?
Fue durante el bautizo de Alvarito. Los críos, como casi siempre ocurre en estas ceremonias, alborotaban en la iglesia y yo trataba de calmarlos dirigiéndome a ellos en la homilía:

—¿Sabéis qué nombre vamos a dar a este niño?

—¡¡¡Alvarooooooo!!!

—Muy bien. ¿Y para qué le ponemos un nombre?

Silencio total. De pronto uno levantó la mano:

—¡Yo lo sé, yo lo sé!

—A ver, tú…

—¡Para que conteste cuando le llamamos!

Fue una sabia respuesta. Tener un nombre propio es convertirse en interlocutor de los demás y hasta del mismo Dios, que nos elige y nos llama personalmente por nuestro propio nombre.

Hoy celebramos la Fiesta del Santo Nombre de María. Cuenta una tradición que en el Monasterio de Claraval, San Bernardo paseaba por su claustro. Hay allí una imagen de María, y cada vez que el fraile pasaba ante ella, la saludaba con una inclinación de cabeza y unas palabras:

—Ave, María!

Un día la imagen se animó, y respondió muy educada al saludo:

—Ave, Bernardo!

Es natural. Llamémosla por su nombre, como la llamó el Arcángel en Nazaret de parte de Dios. Ya veréis como nunca dejará de contestarnos.


viernes, 11 de septiembre de 2009

¿Quién soy?

Nueve y veinte de la noche. Calle Velázquez de Madrid. Salgo del portal y trato de recordar dónde he dejado el automóvil. Cualquier día de estos me quedo con la memoria en blanco y tengo que volver a casa haciendo autostop.

En la terraza de la cafetería, a mi derecha, hay un grupo de chavales frente a unas tentadoras cañas de cerveza. Al verme, se pone en pie una chica tan alta como yo y se me acerca con una sonrisa esplendorosa.

—¡Don Enrique!, a que no sabe quién soy.

Me viene a la cabeza un artículo que escribió mi tocayo García-Máiquez a propósito de esta interpelación tan frecuente como incómoda. Creo recordar que Enrique proponía salidas urbanas y civilizadas. Yo, a estas horas de la noche, siento la llamada del surrealismo.

—Por supuesto —le digo—. Eres el Arcángel San Gabriel.

Como ni siquiera esbozo una sonrisa, la chica no sabe qué pensar; quizá que he perdido el juicio. Se ruboriza un poco, y muy bajito contesta:

—No. Soy Marta…

—¿Estás segura?

Hemos terminado riéndonos. Claro que ni siquiera ahora sé de qué puedo conocer yo a ese pívot femenino con aspecto arcangélico.

Menos mal que he recordado dónde dejé el coche.


jueves, 10 de septiembre de 2009

Pájaros musicales

Fernando, que me envía este video, cuenta que su autor vio unos pájaros posados en los cables y los sustituyo por notas hasta componer una melodía.

Yo supongo que el proceso fue inverso: pensó una melodía, dibujó el pentagrama, las notas se le convirtieron en pájaros y echaron a volar.

Miralá, miralá: llegó la Gripe A


Al entrar en el baño del cole esta mañana, me encuentro con un aparatito nuevo y un letrero en la parte superior, que me apresuro a fotografiar.

Haced clik para leerlo mejor

Así pues, las "autoridades sanitarias" nos instan paternalmente

a) a no tener "contacto directo" con personas enfermas o que tengan fiebre y/o tos. Hoy he hablado con tres chavales y una chavala. No les he preguntado si tenían fiebre. La chavala no tosía, pero me dejó sin kleenex de tanto llorar. O sea, que a lo mejor expulsaba mocos y lágrimas unidos. Creo que ya estoy contagiado.

b) a lavarnos las manos, muñecas y todo eso "entre 10 y 20 segundos". No lo entiendo muy bien: ¿Hemos de lavarnos cada 20 segundos o el lavado debe durar 20 segundos. No sé si lograré lavarme las muñecas y mirar al reloj al mismo tiempo.

c) Hemos de llevar en el bolsillo una botella de alcohol para mezclarlo con el gel y "desinfectar".

d) No hay que tocarse las narices. Tampoco los ojos ni la boca. Complicada cuestión. ¿Y si nos pica el apéndice nasal? ¿Están nuestras autoridades en contra de la arraigada costumbre hispana de introducir el dedo índice en cada un de los agujeros o fosas nasales y fabricar pelotillas mientras aguardamos a que el semáforo se ponga verde? ¿Deberemos utilizar guantes desechables homologados por el Ministerio de Fomento e igualdad?

e) El último consejo es el más peliagudo. He tratado de estornudar protegiéndome la nariz con el pliegue del codo y se ha desencajado la clavícula. Terrible.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mejoría

No os he dicho que nuestra amiga mejora poco a poco. Me refiero a la antigua alumna..., ya sabéis. Hay que seguir rezando para que se produzca un cambio de ritmo y para que ella no se canse, para que tenga paciencia y ofrezca sus achaques por sus intenciones y por las de todos. Ahora es muy poderosa.

Pronto saldrá de boxes con alguna pieza nueva, con el motor engrasado y las tuercas bien apretadas.

No como Alonso, que siempre le dejan un tornillo a medio poner.


Examen


Llego tarde a casa. He cenado con Fran y Margarita, un matrimonio amigo, que mañana regresa a Houston. Entro en el oratorio para hacer examen de conciencia. Como siempre procuro descubrir, en primer lugar, qué es lo que hoy he hecho de positivo. Algo habrá, por supuesto, y doy gracias a Dios, que es quien de verdad se porta bien conmigo.

Luego examino todas mis carencias, mis errores, las meteduras de pata más o menos voluntarias, y, al pedir perdón por tanta basura, me vienen a la cabeza unas palabras, que quizá leí en algún sitio:

Ámame, Señor, cuando menos lo merezco, porque es cuando mas lo necesito.


martes, 8 de septiembre de 2009

Que rece el presidente



El Nuncio de la Santa Sede en España, Mons. Manuel Monteiro de Castro, ha pedido al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que rece.

-Le pido que rece, ¿por qué no? -ha declarado en su despedida de Madrid-. A las más altas autoridades siempre les digo que hablen con Dios. Que recen al Señor que vale la pena.



lunes, 7 de septiembre de 2009

Los lunes, Pocoyó

Supongo que conocéis a "Pocoyó", un personaje genial made in Spain que está triunfando en todo el mundo. Puede ser un buen sustituto de la publicidad de los lunes.


Un colirrojo en el cole

Dani, que trabaja en el colegio Erain de Irún, me envía este vídeo, que parece de un ornitólogo profesional. Hoy tocaría publicidad, pero el blog es mío y me salto mis propias normas cuando me da la gana.




domingo, 6 de septiembre de 2009

El hombre-anuncio


Hace algún tiempo el Ayuntamiento de Madrid prohibió los hombres-anuncio. Hubo cierta polémica en la prensa y no sé en qué quedó la cosa, pero las autoridades alegaban que semejante oficio atenta contra la dignidad humana. O sea, que es denigrante salir a la calle con un cartel en la proa y otro en la popa para hacer propaganda de un desodorante.

Sin embargo, los hombres-anuncio siguen existiendo, al menos en la radio. El más conocido se llama Ramiro y acaba de recibir un premio. Yo, en cuanto que oigo su voz, procuro cambiar de emisora.

No es que le tenga manía; al contrario, pero es que Ramiro abre la boca sólo para hacer publicidad. Su técnica es muy simple: hábilmente entrevistado por un profesional del medio, dedica un buen rato a exponer lleno de pasión las cualidades del producto publicitado. A los pocos minutos uno se convence de que quien nos habla porta en su muñeca la pulsera anti-estrés con piedras semipreciosas, que “según las ancestrales culturas orientales, representan estados de ánimo y comportamientos del ser humano; el jade amarillo produce relajación, la malaquita aumenta la autoestima; los ojos de tigre desarrollan la creatividad; el coral da armonía y paz interior a quien lo posee; el lapislázuli cura el estrés, y la madreperla te convierte en un ser afectuoso con tu cónyuge.

Esta mañana iba yo de viaje, y he tenido que tragarme su apasionada apología del Eco-fuel 21, un aparato que permite ahorrar hasta un veinte por ciento de combustible si uno lo instala en el coche. Según Ramiro, no hace falta saber nada de motores para acoplarlo, es pequeño como un encendedor, y, por supuesto, es el resultado de “la investigación tecnológica más avanzada”.

Cambié de emisora, pero fue inútil. Allí estaba de nuevo Ramiro para recomendarme un “entrenador personal electrónico a pilas”, pequeño como una cajetilla de tabaco. Se llama Nano Gym, y es “un revolucionario sistema de electroestimulación ultra-rápida, con el que conseguiré en pocas semanas el cuerpo que siempre he deseado”. Todo gracias a la tecnología Fitness-wi-fi.

Ahora, mientras escribo, me avergüenzo de haberme dejado seducir durante unos minutos por esta increíble palabrería. De verdad que pensé en comprarme el eco-fuel e incluso me tentó la pulserita de marras. El nano-gym no, porque uno ya no está para hacer exhibiciones anatómicas.

Apagué la radio y Kloster me preguntó:

—En tu opinión ¿cuál es el secreto de Ramiro?

—Supongo que su compromiso personal con aquello que anuncia. Se diría que escuchamos al creador de los productos y no a simple un empleado de la empresa.

—Es mucho más que eso —apostilló mi amigo—: Ramiro cree realmente en lo que dice. Éste es su secreto. Lo mismo le ocurría a Rodríguez de la Fuente cuando hablaba del águila real o de la cabra hispánica. No se limitaba a transmitir unos conocimientos; se entregaba por completo a los oyentes, porque su mensaje era su propia vida.

—Sin embargo utilizaba trucos cinematográficos…

—Eso es lo de menos. La verdad y la mentira no estaban en las imágenes, sino en las palabras, en el entusiasmo sincero del comunicador. Por eso le creíamos. Hablaba como un apóstol o como un profeta. Ramiro hace exactamente lo mismo.

Aquí Kloster hizo una pausa y se volvió hacia mí con su dedo acusador.

—Y ahora, amigo mío, quiero darte un consejo. En este año dedicado a los sacerdotes, los curas deberíais tratar ser hombres-anuncio y sólo anuncio, a todos los efectos. O sea, sacerdotes a jornada completa, en la fachada, en los gestos, en las palabras; no simples transmisores de un mensaje. Debéis creer en ese mensaje, identificaros con él y contagiarlo con la elocuencia de vuestra vida, no con vuestra discutible verborrea.
Como casi siempre, Kloster tenía razón.

Paramos en una gasolinera. Escribí este artículo y mientras mi amigo compraba patatas fritas, lo abandoné como se abandona a una mascota incómoda.















sábado, 5 de septiembre de 2009

Internet bajo la lluvia


La foto no es muy buena, porque la saqué a traición con mi modesto teléfono móvil.

Había salido a dar un paseo por Las Arenas. Al poco rato comenzó el sirimiri, que fue haciéndose más intenso conforme pasaban los minutos. Algunos peatones desplegaron sus paraguas. Yo no, porque acababa de llegar de Madrid sin protección alguna contra la lluvia y, además, me encanta mojarme de vez en cuando.

Por lo visto al protagonista de la foto tampoco le preocupaba el agua. Me puse a su lado y levantó la cabeza.

-Se te va a mojar el ordenador...

Mi observación, perfectamente superflua, sólo provocó un gesto de indiferencia y dos palabras:

-Claro..., llueve.

-Se te puede estropear -insistí-.

-Es duro. Acabo enseguida. Es que me conecto a la wi-fi de la Farmacia.

-¿Y no puedes hacerlo dentro?

Me miró de arriba a abajo.

-Si "podría" ya lo haría.

Fin de la conversación. En Madrid habría continuado charlando; pero aquí somos gente de pocas palabras. Y tampoco se me ocurre ninguna moraleja para esta insólita estampa urbana.


Más publicidad

Ya sé que hoy no toca, pero estoy en Bilbao y no tengo tiempo de escribir. Salís ganando con este anuncio espléndido que me envía "Luiz Leme". El Real Madrid está detrás de esa ardilla.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La crisis

Me habla de la crisis, como casi todo el mundo; del trabajo que ya no tiene y del que le llegará cualquier día de éstos; de los años que pasan y pesan, sobre todo cuando debe mendigar un empleo exhibiendo un falso aspecto juvenil y asegurando que está en plena forma física y mental.

Luego me dice que su mujer se queja desde la mañana a la noche; que está harta del él, porque se pasa las horas metido en Internet. Ella no entiende que debe dedicar buena parte del día a navegar en la red en busca de cualquier cosa. Perdería el tiempo ocupándose de los niños y de la limpieza de la casa.

Al final, casi lloriqueando, me pide que rece. Y al despedirse, como es hombre ilustrado, cita a un autor francés, belga o algo así, cuyo nombre no he entendido. Asegura ese autor que, por no tener dinero, los hombres dejamos de hacer docenas de estupideces.

—Ya. Seguro que rezas más que nunca —le contesto—.

—Sí, eso también.

Le aconsejo que dé gracias a Dios por su situación, y que siga luchando con todas sus fuerza para salir de ella.

jueves, 3 de septiembre de 2009

En el hospital


A la espera del comienzo de curso, he procurado encontrar algunos huecos para ver enfermos. Ayer por la mañana estuve en dos hospitales: uno, antiguo, con monjas en plantilla y necesitado de una mano de pintura; el otro, moderno y gigantesco. En este último, a diez o doce kilómetros de Madrid, está ingresada esa antigua alumna de mi cole por la que hemos rezado tanto, y seguiremos rezando.

El edificio es colosal. Desde el aparcamiento hasta la habitación de la enferma es posible que haya recorrido más de un kilómetro. Por un momento me imaginé que estaba en la terminal de un gran aeropuerto internacional: los pasillos, los módulos, las salas de espera, los monitores que anunciaban el turno de los enfermos de día, las escaleras mecánicas, los ascensores…, todo parecía tan eficiente como impersonal. Sólo faltaba el ding-dong de los altavoces y las cintas trasportadoras de los equipajes.

Al entrar en la habitación, nuestra amiga me miró de reojo con el mismo gesto un pelín despectivo que ponía a los 15 años. Es su forma de disimular cuando se emociona; pero a mí no me engaña. Yo también sé poner caras si me lo propongo.

Apenas hablamos cinco minutos. Estaba cansada y los médicos querían torturarla un poco más esa mañana; así que tuve que hacer mutis por el foro; pero me dijo que es consciente de que hay mucha gente rezando por ella.

De pronto entró una enfermera, diciendo "hola, don Enrique” y resultó ser también antigua alumna de Aldeafuente. Me dio mucha vergüenza no reconocerla a la primera, pero me emocioné un poco y casi me delato. En pocos segundos recuperé el prestigio perdido demostrando que recuerdo a todas las de su promoción, y que sé dónde y cómo está cada una.

Esto de las emociones me preocupa. Antes yo era un tipo frío e insensible. La vejez me está reblandeciendo. Sólo Kloster conserva la dignidad.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Oído en la calle


La madre tendría poco más de treinta años; el niño, seis o siete. Ella estaba en la terraza de un bar tomando un refresco. El crío jugaba enre las sillas con una niña de su edad. Hacía mucho calor.

—Jaime...

—Queeeeé

—Que te hidrates. Te tengo dicho que te hidrates.

—Vale.

El niño corrió hacia la mesa y se arreó un buen lingotazo de Coca-cola.

Supongo que, por la noche, la buena madre amonestará a su retoño para que no consuma carbohidratos y cuide se su colesterol.

El regreso de los mendigos

Un lugar de la Mancha

Han
vuelto los mendigos. Alguno incluso color de veraneante. Y no es que me parezca mal —también ellos tienen derecho a ir de vacaciones—, pero, francamente, a primera vista sorprende un poco.

Julio me dice que ha estado en el pueblo.

—Aquí, en agosto, no hay personal y no se recoge nada. Así que me fui unos días; pocos, porque la crisis no te permite más…

—¿Sabes que hablas como un empresario?

Julio se ríe, pero no sabe que contestar.

—Todos dicen lo mismo; que hay que descansar unos días, que la crisis… Yo creo que tú en el fondo eres como ellos; un autónomo, pero sin pagar impuestos.

Noto que mi amigo se mosquea un poco.

—Bueno, ¿pero me das un euro o no?

—Sí, hombre, sí; pero el año que viene tienes que invitarme a tu pueblo…

Julio (esta vez le he cambiado el nombre) es alcohólico, apenas come y probablemente padece alguna enfermedad mental. Sus hermanos viven en un lugar de la Mancha bien conocido; pero no le quieren por allí. Ésa es su verdadera pobreza. Yo me alegro de que este año haya podido visitarlos y que incluso tenga mejor color.

martes, 1 de septiembre de 2009

El síndrome


—Los que vivimos en Madrid tenemos muchas ventajas.
—Sí, claro: el Museo del Prado, los comercios, las zanjas municipales, los hallazgos arqueológicos de la calle Serrano…
—Desde luego, colega; pero además podemos sentir un placer único: el de la huida. Nadie en España sabe lo estupendo que es largarse de Madrid: es como librarse de unos zapatos estrechos, de un calzado torturador que encima te deja ampollas. Sólo los madrileños somos conscientes de lo bien que se vive fuera de Madrid.
—Oye, Kloster, ¿no pretenderás que ponga esto en el blog?
—Si quieres, achácalo al síndrome posvacacional; pero hay que decir la verdad, colega.

Buenas noticias

El arbol aguanta en pie a pesar de todo
Desde hace diez días los lectores de este blog venimos rezando por una intención que revelé sólo a medias. Se trata de una antigua alumna de Aldeafuente que estaba en situación crítica.

Os dije que la mejor noticia sería que no hubiese noticias en unos días, y, en efecto, no las hubo. Ahora parece que las cosas mejoran: nuestra amiga ha salido de la UCI y empieza a remontar poco a poco. ¿Le damos un último empujón?

Por favor, echadme una mano.